Normalmente, sabemos percibir cuándo los niños son felices o cuando
sufren pero, en algunos momentos, es la causa de esta felicidad o
sufrimiento lo que no se entiende.
A veces, pedimos a los niños determinados comportamientos o la
realización de algunas tareas para las que todavía no están preparados,
ya que puede ser posible que no hayan adquirido unas
habilidades que se consideran previas para ir alcanzando otras.
Y es que existe un orden en el desarrollo del aprendizaje del niño.
Por ejemplo, a la edad de cinco años, el niño está evolutivamente
desarrollando procesos perceptivo-motores tales como la
coordinación visomotriz, el control óculo-manual, el ajuste
postural, la organización espacial, la estructuración espacio-temporal,
el mantenimiento de la atención..., todo ésto como
prerrequisitos para un adecuado desarrollo de la motricidad fina y
con ella de habilidades académicas básicas como la escritura. Es decir,
que a la edad de cuatro años es posible que un niño
evolutivamente no esté preparado para escribir.
Podríamos definir este proceso de aprendizaje como un edificio: es
difícil pretender desarrollar algunas capacidades si no se encuentran
suficientemente bien consolidadas otras. El niño
evoluciona desde la pura captación sensorial a la posibilidad de
utilizar el cuerpo con carácter sensorio-motor para explorar su cuerpo y
su entorno, conocerlo e integrar el mundo que le rodea
mediante su actividad perceptivo-motriz y así gestionar su contexto
próximo y manejarse dentro del mismo, gracias a sus capacidades
cognitivas y adaptativas.
En la base de este edificio, con forma de pirámide, encontramos unos
sentidos que no son los clásicos que todos conocemos (vista, oído,
gusto y olfato), ya que nuestro sistema nervioso necesita
procesar previamente el tacto, el movimiento, la fuerza de la
gravedad y la posición corporal.
Este procesamiento sensorial establecerá unos buenos cimientos para
el desarrollo de todo lo demás. Tenemos células dentro de la piel que
envían información sobre el tacto, el dolor, la
temperatura y la presión. Estructuras dentro del oído interno que
detectan y responden al movimiento del cuerpo en el espacio y a los
cambios de posición de la cabeza, y receptores
sensoriales en los músculos, articulaciones y tendones que nos
proporcionan conocimiento sobre la posición de las diferentes partes del
cuerpo. Estos sentidos, aunque son los menos conocidos, son
críticos para ayudarnos a funcionar en nuestra vida diaria y, como
se aprecia en la imagen, son la base de nuestro edificio.
Son los sentidos llamados táctil, vestibular y propioceptivo, que
comienzan a funcionar de forma muy temprana en la vida, en la fase
intrauterina, antes del nacimiento. Estos sistemas están
estrechamente relacionados entre sí formando interconexiones con
otros sistemas del cerebro, como base para un continuo desarrollo. Son
la base para proporcionar conocimiento sobre cómo el cuerpo
se mueve y cómo puede ser usado para moverse en el entorno. La
interacción con los sistemas es compleja y necesaria para interpretar
una situación con precisión y realizar la respuesta adaptada y
adecuada.
Y, así es como podéis entender el concepto de Integración Sensorial,
como la capacidad de nuestro Sistema Nervioso Central para organizar e
interpretar las informaciones captadas por los
sistemas sensoriales (visual, auditivo, gustativo, olfativo, táctil,
propioceptivo y vestibular) con el objetivo de responder de forma
adecuada en nuestro entorno. Mediante la Integración
Sensorial, el niño va a organizar las entradas sensoriales para su
propio uso.
Así que, creo que es importante conocer esta pirámide de desarrollo
para así entender algunos comportamientos o respuestas de nuestros hijos
y, aunque cada niño es diferente, y con él la
respuesta sensorial que dará en cada situación, me gustaría citar
algunos principios generales a tener en cuenta como padres para promover
una integración sensorial normal:
- El tacto y el movimiento son al menos tan importantes como la visión y la audición, y ayudan al niño a aprender sobre el mundo. Así que no nos podemos limitar a satisfacer las necesidades de estimulación del recién nacido con luces y sonidos. Debemos coger al niño, mecerle, llevarlo en brazos… De esta manera estamos estimulando los sistemas que conforman la base de la pirámide (táctil, propioceptivo y vestibular). Además, el contacto físico es particularmente importante, no sólo por la sensación que proporciona, sino también por la oportunidad de desarrollo de vínculo que ofrece .
- Proporcionar una variedad de posiciones corporales durante el juego, el sueño y los abrazos que demos a nuestros niños. Esto ayuda a dominar la gravedad, el movimiento y el control corporal.
- Ser sensibles a las reacciones del niño: es importante conocer y comprender cómo percibe cada niño las diferentes experiencias y cómo le afectan: si no tolera determinados tejidos o texturas durante la alimentación, no le gusta que le acaricien, si busca movimiento constante a través de balanceos, si se tapa los oídos al escuchar un ruido fuerte… Si comprendemos a nuestro niño, podemos responder más efectivamente a sus necesidades y ayudarle para hacer frente a ciertas situaciones bien adaptando éstas o bien evitándolas.
- Los niños, a menudo, buscan el tipo de experiencias sensoriales que su sistema nervioso necesita para poder seguir evolucionando y dar respuestas adaptadas a las situaciones en las que se encuentra. Así que, estaremos atentos para intentar proporcionar estas sensaciones en sus actividades de juego normal.
Para la mayoría de los niños, la integración sensorial se desarrolla
en el curso ordinario de sus actividades infantiles, pero, para algunos
otros, no se desarrolla de forma tan eficiente como
debería, y este fallo en el procesamiento sensorial puede hacer
evidentes problemas de aprendizaje, desarrollo o comportamiento. Si esto
ocurre, el niño debería ser evaluado y, si fuese el caso,
tratado por un Terapeuta Ocupacional cualificado en Integración
Sensorial.
AUTORA:
Sonsoles Baños Herráiz
Terapeuta Ocupacional Infantil - Especialista en Integración Sensorial
Asociada AEIS: 43