La integración sensorial es un
proceso neurológico que organiza las sensaciones del propio cuerpo y las
del ambiente, y hace posible utilizar el cuerpo de forma efectiva en el
ambiente que se encuentra. Con la integración sensorial se asimila y se
da sentido a la información que nos proporcionan todas las sensaciones
que vienen del cuerpo y del mundo exterior y que es captada a través de
los órganos de los sentidos.
Para algunos niños la integración
sensorial no se desarrolla tan eficientemente como debiera y perciben
las sensaciones de manera confusa impactando en el nivel de alerta y
atención, la autorregulación y la organización para los desafíos del
medio.
La integración sensorial es necesaria para poder interactuar socialmente e interfiere en la capacidad del niño para:
Los trastornos en estas áreas pueden
afectar a la capacidad para funcionar. En los niños pequeños, los
problemas de procesamiento de información sensorial frecuentemente son
considerados problemas de comportamiento pudiendo llegar a sufrir de ansiedad, depresión, baja autoestima y aislamiento social.
A día de hoy se estima que el Trastorno
del Procesamiento Sensorial (TPS) afecta aproximadamente al 3% de los
niños y consiste en la dificultad para procesar y organizar la
información sensorial.
El TPS puede darse además con otros diagnósticos como el autismo, el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) o trastornos de ansiedad, pero también puede darse de manera única.
Las evaluaciones por parte de terapeutas
ocupacionales especializados en integración sensorial revelan que muchos
niños diagnosticados con trastorno de déficit de atención e
hiperactividad (TDAH) son hipersensibles al tacto (Roley, Blanche,
Schaaf, 2001)
Las investigaciones de la Dra. Lucy
Miller, terapeuta ocupacional estadounidense, revelan que TDAH y TPS son
efectivamente dos diagnósticos distintos, pero que frecuentemente
coexisten.
En su estudio de 2.410 niños previamente
diagnosticados con TPS o TDAH, encontró que el 60% de dichos niños
padecía en realidad ambos trastornos.
Otro estudio de la misma autora demostró
que los comportamientos emocionales, de atención, y sensoriales, así
como la reactividad fisiológica a los estímulos sensoriales es
significativamente diferente entre los niños con TDAH y niños con TPS.
¿Cuáles son los indicios que nos pueden hacer sospechar de un TPS?
Algunos síntomas se pueden detectar desde
que el niño es muy pequeño, aunque son muy confusos, como
irritabilidad, problemas para regular el sueño, llanto excesivo, signos
bastante habituales en los niños pequeños. Entre los 2 y los 4 años se
puede sospechar de un TPS si además de los anteriores tiene problemas
para manipular objetos pequeños, pedalear, vestirse o trepar.
Los problemas sensoriales varían mucho en
función de los casos, desde los más leves a los casos más severos.
Generalmente el indicio principal es la reacción inconstante ante la
información que le proporcionan los sentidos. Pueden ser demasiado
sensibles a algunos tipos de experiencias sensoriales y menos sensibles
de lo común a otras.
Además, pueden tener dificultad para
seleccionar los estímulos sensoriales que reciben y descartar los
innecesarios o menos relevantes. Se distraen con mucha facilidad porque
no saben que estímulo recibido es importante, que información debe
quedar de "fondo" o es mejor ignorarla para centrar la atención en la
tarea del momento.
¿Cuándo se debe evaluar al niño para determinar si tiene TPS?
Los siguientes comportamientos pueden indicar la existencia de problemas de procesamiento sensorial:
Si estos comportamientos interfieren
en la capacidad del niño de tener relaciones significativas con los
demás, es posible, que necesite ser evaluado para saber si tiene TPS. El
profesional que mejor puede realizar un diagnostico - después de
realizar una evaluación exhaustiva - es un terapeuta ocupacional con una
formación amplia en integración sensorial.
¿Cómo es el tratamiento del TPS?
La terapia ocupacional puede ayudar al
niño a procesar la información sensorial y controlar sus reacciones ante
ellas, pudiendo alcanzar grandes logros con una intervención temprana.
Se realiza un programa práctico y
planeado de las actividades sensoriales específicas para satisfacer las
necesidades individuales de cada niño, con el objeto de mejorar las
relaciones sociales del niño, la autoestima y las capacidades
sensoriomotrices, usando estrategias específicas de autocontrol.
Además, se trabaja con los padres y maestros del niño para hacer cambios en su ambiente.
Hay que remarcar que el TPS puede
aparecer de manera conjunta y tener la apariencia de otros trastornos,
por lo que se hace necesario un correcto diagnostico.